jueves, 7 de julio de 2016

Siglo XXI nº 12

Los tiempos que vivimos a nivel laboral no se han gestado ahora, aunque el PP haya sido el artífice final de un proceso que comenzó hace mucho. La precarización del trabajo tiene objetivos muy concretos, destruir la capacidad defensiva y ofensiva de las personas asalariadas. Si tenemos a una trabajadora con empleo inestable, que no puede predecir qué va a ser de ella el mes siguiente, que cambia continuamente de empleo, sin capacidad organizativa, generamos a una esclava obediente, angustiada, sumisa, que coge lo que le dan sin rechistar porque considera que no tiene ninguna opción que vaya más allá del sometimiento. El Capital lo quiere todo (ojalá nosotras pensáramos igual), quieren destruir los derechos básicos para hacer negocio con ellos; quieren tener mano de obra barata para mejorar su cuenta de beneficios; quieren que la incertidumbre sea la tónica general que domine el sentir popular para que no haya contención posible a la rentabilidad en sus inversiones.
Hay que recordar que en 1973 la inestabilidad en el empleo estaba prohibida por ley en el Código Penal, artículo 499 bis, y que tuvo que llegar el PSOE en 1994 para que dejara de ser delito, permitiendo en España las Empresas de Trabajo Temporal (ETT). Su justificación fue falaz, según ellos, lo hacían en pro del empleo. Los resultados, evidentemente, fueron los contrarios.
En el momento actual el proceso de destrucción de derechos parece imparable. La calle está desarmada, las fábricas están desarmadas, las personas precarias se encuentran solas ante la barbarie del Capital. La visión no es optimista que digamos pero es lo que hay.
Una vez conocido el desgarrador mapa de la guerra de clases que vivimos, hay que rememorar a nuestros antepasados del siglo XIX y del XX que con peor formación que nosotras, partiendo de la nada, construyeron la Internacional, se organizaron en los campos y en los tajos, y mantuvieron firme la idea de que la lucha era la única vía que les conduciría algún día a alcanzar una sociedad basada en la Justicia Social, en la Igualdad y en la Fraternidad. Esa visión siempre estuvo presente en sus miras a la hora de enfocar las luchas. El presente era duro pero les esperaba el futuro, si no a ellos a sus descendientes. Nos hace falta esa idea trascendental, y canalizar la rabia que nos quema por dentro, para que arrase por fuera a los verdugos de toda laya que nos oprimen y a sus colaboradores, sean quienes sean. Nos faltan barricadas hechas con organización y sueños de revolución. Ese es el único camino.

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